En el corazón de un bullicioso bazar, el viaje comienza con una pera crujiente y el toque especiado de la pimienta negra. El heliotropo y el jazmín florecen, entrelazados con susurros de maderas antiguas: pachulí, vetiver y musgo. A medida que cae el crepúsculo, el encanto del almizcle persiste, creando una fragancia árabe oriental que es a la vez exótica y atemporal.